Durante el día podemos intercambiarnos
repartir nuestros ojos
por todos los ojos
que las lenguas vengan a mordernos
o a caer en el charco de nuestro corazón
como un trueno frenético
que sale de los campos de la luna
pero a la noche
deberían callarse todas las luces
sus bocas tendrían que cerrarse
como las flores de un cactus durante el día
y que no nos encandilen la saliva
con la que nos probamos a nosotros mismos
la noche
la noche esta hecha para que nos miremos por dentro
y que los ojos se metan y viajen por la sangre
hasta cada rincon de cada organo
y en cada hueso
graben
como la lapicera hace ese tenue relieve en el papel-
cosas que tenemos
y que olvidamos que tenemos
solo para emocionarnos
cuando las recordamos
y dejarnos atrapar por un sueño
dentro de otro
y entre medio de ellos
abrazarla
como si el precipicio estuviera parado sobre la punta de mi nariz
temblando
por que no se quiere caer .
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