ñañañ

ñañañ

martes, 24 de julio de 2012

la noche se desvanece
el sonido estelar
de una estrella derritiendose
me penetra los huesos
el sentimiento es cada vez mas fuerte

la tierra es esa muela podrida
del universo

¿qué mas da?


dios solo es el tiempo que nos muerde
las entrañas

los trenes hacen que podamos mirarnos
con la lengua
todo el cuerpo
y arrancarnos el corazón a veces
para volver a amarnos
bajo el cielo nublado
dentro de la panza
de un ser bichoso
dentro de una taza de te

dentro de la boca de la noche creciente
 que es tu mano
-y solo tu mano-
la que me hace temblar
cada poro de la piel
como una gota
en el agua
hace temblar su alrededor

No nos damos cuenta
pero el tiempo va a cerrarse
cuando la estrella del centro de nuestros ojos
erupcione y su liquido de gatos que corren por los techos
y madrugadas en las que un sueño
nos apuñala la memoria
explote dentro de la boca
entre cada rincon de los dientes

Una lagrima no se atreverá a salir
a viajar en el tren
por los equinoccios del universo
ni por el bosque de su cara
Ella va a estar ebria y dormida
cuando la puerta del reloj
de su último golpe
El eco ensalivará su cuerpo de sudor
y su alma con olor a humedad
se refriegará contra un ladrillo

 su corazón será un tesoro
en el fondo del océano

un eructo del tiempo
la vomitará

otra vez -



viernes, 20 de julio de 2012

Somos dos -o más- los que caminan por aquí



despacito te voy torciendo 

pues no se trata de un panel que se cae
u otro
que se ensimisma despierto o soñando
sobre la tonelada
de abejas descocidas de su atuendo rayado

sino

de desdoblarnos las piernas
estirar cada dedo
hacia una estrella
desatarnos del umbral
de los silencios aturdidos
morder
el aguijón mortal
del escorpión
que nos deambula por las arterias
antes
siempre antes-
de que el
ataque primero

martes, 10 de julio de 2012

Oskar Korsar

extirpame


Ella todo lo que tenía para decirme
lo hizo en un baño
arrodillada
inyectando todas las palabras que me había escrito
con la sangre de su lengua
que se movía
haciéndome temblar
mientras la miraba estática
de asombro
y sus poemas
se repetían
en su espalda
en sus labios
en su perfume
como grandiosas espadas
de amor
que tejió
entre mis piernas
y que, a veces
cuando mis manos me tocan,
recortan
su lengua
para que la pegue en mis dedos
y grite
para llegar a su oído
por su ventana
y mojarlo con un beso
de esos que no se secan
nunca.