ñañañ

ñañañ

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Antes de cada paso la suela del zapato ya estaba embarrada. Cesaba a cada instante el impulso de detenernos y acordarnos de sacar a bailar al destino. Mi frente en vos ya estaba marcada con la cinta enorme de peligro. Yo también sabia como te movías pero eso no iba a frenar ese deseo de comernos hasta no dejar ni una miga. Nos fuimos empujando hacia donde nada sucede por que si. Todo era un gran hielo científico. Vestiditas de blanco sin cansarnos de torturas y de aglomeraciones, sumabamos 2 mas 3 y nos enojaba que de 180. ¡Ciento ochenta! y las paredes de nuestras mentes solo hacian su estallido por chat. La falta de exactitud era una piedra que ausentaba los retasos que aun quedaban de lo niñas que habiamos sido. Eso de prender la manguera y mojarnos hasta estallarnos de risa en el piso y llegar tarde a cualquier lado por que nos atraparon las mil endorfinas saltando en la barriga que nunca paso por que claro, despues de mojarme te fuiste corriendo a enojarte por que no querias jugar mas, y fue tierno, pero yo me quede mas enojada por que no quisiste seguir jugando y cuando pasaba eso veia en tus ojos un reloj de arena.

 Siempre quise preguntarte cosas que nunca me anime ¿Por que no ibas a ser feliz si no tenias que ponerte? ¿por que no ibas a desparramarte por las calles una noche entera sin rumbo, sabiendo que ese perderse entre las veredas oscuras, las escasas personas y el murmullo de las hojas de los arboles conversando con el viento iban a darle todo el rumbo a esa falta de numeros?

Ahora veo la cuerda en la que cuelgan innumerables llaves. Ese cordon umbilical que no funciona como en nuestra etapa de feto, sino al reves: Es el miedo que no nos deja alimentarnos de las puertas de cristal de los antiguos bosques secretos, azules. Ese miedo es el mismo deseo que imaginamos freneticos. Y el ansia de que el tiempo se escurra como arena o como un trapo viejo y sucio es la misma que nos rompe la boca por la que pretendemos alimentarnos de esa cuerda de llaves. Y cuando separamos los labios apenas un poco para dar un respiro, las llaves vacias en el medio de la lengua nos vuelven tartamudas y el apresurado puñal de nuestros propios corazones desesperados nos va hundiendo en una yaga en la que, como nada es exacto, todo esta podrido, incluso yo mas que vos, para vos, incluso vos mas que yo, para mi.

¿nos quisimos?
nos amamos tan ardientemente que se nos prendio fuego el corazon.
¿O eramos dos hielos que quemaban?


nos masticabamos y nos escupiamos.
nos besabamos y no podiamos separarnos horas enteras
queriamos vernos lejos
pero ya era tan extraño estar sin vos
aunque en silencio
derrotadas
sin espiar el mundo
nos fuimos volviendo
esa exactitud
que buscabamos
esa piramide
ese trapecio perfecto
que solo sucede en las peliculas de hollywood
o en los cuentos de princesas
que nos vendieron
y a los que somos un poco esclavas.

Mi corazon pide a gritos que me enseñes a quererte
pero ahora es una ola que rompe y rompe contra las rocas
y ese estruendo espumoso de sal
escribe en mi vida
con la pluma de tus venas
pidiendome por favor
que me vaya para siempre



lunes, 3 de diciembre de 2012

-jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamas
despierto
encontrará-

Lodo.

Ahí están. Las gotas que se estrellan sobre el vidrio te lo dicen: el espacio y su garganta interminable de constelaciones escondidas se nos mueve en los labios mojados de una lengua que pasa acariciándolos como si chupara cometas. Mira. Hay algunos chicos que se hamacan en los cuerpos celestes antes de lanzarse convencidos a abrazar para siempre el primer rayo que desprenderá su cuerpo de su cuerpo. En sus ojos viven todas las imágenes que el sonido de una voz les dibujó. La luna les hace temblar de luz cada parte. Si existe su alma hinchada es por que no cesan de moverse, como bailarines en el espacio, como notas en el tiempo. Si necesitan de la tierra es por que, cuando fueron ofidios y de su piel salio otra piel, conviertièronse en movimientos salvajemente refulgentes y terriblemente nocturnos. El fuego frío de un puñal, los trapos tapándoles las palabras, la quietud de una muerte incesante, la sangre anciana: cortada en innumerables fracciones, perdidas, quebradas. Oh viajeros del cosmos, sauce despeinado, bosque de cristal: la puerta del viento se abre con calor.
Basta frotar una mano en una superficie peluda y mimosa
o tajarse lineas en la punta de cada dedo, para tocar la cuerda que vibra en un ritmo
para que ese lanzarse
casi suicidicamente
al mundo
y estrellarse contra la ventana de un bondi
o contra otra gota
que sale
desde dentro del ojo del universo del cuerpo
abra la tormenta en esa garganta infinita
y la lluvia no pare
hasta que nos volvamos música.