ñañañ

ñañañ

viernes, 29 de noviembre de 2013

fragmento circular

Las enormes bandadas de pájaros
Son como olas
Del mismo infierno
Aconteciéndonos
Como furiosos reptiles
Gigantes
Que mueven sus colas
Y abrazan el sonido
De una puerta que suena
En una habitación
Sin puerta

igualdades

Los maestros son como los policías.
Vigilan para el presidente
O gobernador
Que aprendamos
A ser obedientes
Ordenados
Y que sepamos
Sin preguntarnos
Que la única manera de aprender es de memoria
Revoleando el corazón y sus juegos
Al culo de dios.

muestra de sangre en busqueda de nuevas busquedas

Bosque. Ensoñación. Rio que penetra mis almas.
Te de alondras. Te de sol.
Los jardines vuelan hacia mi
Como salvajes animales
Que dejan el misterio escondido

Para que podamos volver.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Algo de la cultura griega

PÍRAMO Y TISBE ( Pýramos kaì Thísbê)
(Adaptado de OVIDIO, Metamorfosis, 4,55-166)



Era Píramo el joven más apuesto y Tisbe la más bella de las chicas de Oriente. Vivían en la antigua Babilonia, en casas contiguas. Su proximidad les hizo conocerse y empezar a quererse. Con el tiempo creció el amor.
Hubieran acabado casándose, pero se opusieron los padres. Aunque no les dejaban verse, lograban comunicarse de alguna forma; no pudieron los padres impedir que cada vez estuvieran más enamorados: el fuego tapado hace mejor rescoldo.
La pared medianera de las dos casas tenía una pequeña grieta casi imperceptible, pero ellos la descubrieron y la hicieron conducto de su voz. A través de ella pasaban sus palabras de ternura, a veces también su desesperación: no podían verse ni tocarse. A la noche se despedían besando cada uno su lado de la pared.
Pero un día toman una decisión. Acuerdan escaparse por la noche, burlando la vigilancia, y reunirse fuera de la ciudad. Se encontrarían junto al monumento de Nino, al amparo de un moral que allí había, al lado de una fuente.
Ese día se les hizo eterno. Al fin llega la noche. Tisbe, embozada, logra salir de casa sin que se den cuenta y llega la primera al lugar de la cita: el amor la hacía audaz.
En esto se acerca a beber a la fuente una leona, con sus fauces aún ensangrentadas de una presa reciente. Al percibirla de lejos a la luz de la luna, Tisbe escapa asustada y se refugia en el fondo de una cueva. En su huida se le cayó el velo con que cubría su cabeza. Cuando la leona hubo aplacado su sed en la fuente, encontró el velo y lo destrozó con sus garras y sus dientes.
Algo más tarde llegó por fin Píramo. Distinguió en el suelo las huellas de la leona y su corazón se encogió; pero cuando vio el velo de Tisbe ensangrentado y destrozado, ya no pudo reprimirse: "Una misma noche - dijo - acabará con los dos enamorados. Ella era, con mucho, más digna de vivir; yo he sido el culpable. Yo te he matado, infeliz; yo, que te hice venir a un lugar peligroso y no llegué el primero. ¡Destrozadme a mí, leones, que habitáis estos parajes! Pero es de cobardes limitarse a decir que se desea la muerte".
Levanta del suelo los restos del velo de Tisbe y acude con él a la sombra del árbol de la cita. Riega el velo con sus lágrimas, lo cubre de besos y dice: "Recibe también la bebida de mi sangre". El puñal que llevaba al cinto se lo hundió en las entrañas y se lo arrancó de la herida mientras caía tendido boca arriba. Su sangre salpicó hacia lo alto y manchó de oscuro la blancura de las moras. Las raíces de la morera, absorbiendo la sangre derramada por Píramo, acabaron de teñir el color de sus frutos.
Aún no repuesta del susto, vuelve la joven al lugar de la cita, deseando encontrarse con su amado y contarle los detalles de su aventura. Reconoce el lugar, pero la hace dudar el color de los frutos del árbol. Al distinguir un cuerpo palpitante en el suelo ensangrentado, un estremecimiento de horror recorrió todo su cuerpo. Cuando reconoció que era Píramo, se da golpes, se tira de los pelos y se abraza al cuerpo de su amado, mezclando sus lágrimas con la sangre. Al besar su rostro, ya frío, gritaba: "Píramo, ¿qué desgracia te aparta de mí? Responde, Píramo, escúchame y reacciona, te llama tu querida Tisbe". Al nombre de Tisbe, entreabrió Píramo sus ojos moribundos, que se volvieron a cerrar.
Cuando ella reconoció su velo destrozado y vio vacía la vaina del puñal, exclamó: "Infeliz, te han matado tu propia mano y tu amor. Al menos para esto tengo yo también manos y amor suficientes: te seguiré en tu final. Cuando se hable de nosotros, se dirá que de tu muerte he sido yo la causa y la compañera. De ti sólo la muerte podía separarme, pero ni la muerte podrá separarme de ti. En nombre de los dos una sola cosa os pido , padre mío y padre de este infortunado, que a los que compartieron su amor y su última hora no les pongáis reparos a que descansen en una misma tumba. Y tú, árbol que acoges el cadáver de uno y pronto el de los dos, conserva para siempre el color oscuro de tus frutos en recuerdo y luto de la sangre de ambos". Dijo y, colocando bajo su pecho la punta del arma, que aún estaba templada por la sangre de su amado, se arrojó sobre ella.

Sus plegarias conmovieron a los dioses y conmovieron a sus padres, pues las moras desde entonces son de color oscuro cuando maduran y los restos de ambos descansan en una misma urna.



Louise Bourgeois

Siempre fui consciente de la 
posibilidad de que el silencio cayera 
como la tapa de una tumba y me engullera
para siempre.
            El silencio invadió la habitación
y yo tenía miedo de oír latir
mi corazón. era un peligro que venía de adentro
y que sólo una incesante marea de 
palabras podía repeler si no
dominar.
escuchar el caos, una cascada.
las esclusas del Marne – Beethoven
un río que arrastra
piedras y árboles
El trueno que pasa
rodando.

Una mujer no tiene lugar como artista hasta que prueba una y otra vez que no será eliminada.



En un momento me sentí acosada por la ansiedad. Pero me deshice del miedo estudiando el cielo, determinando cuándo saldría la luna y dónde aparcería el sol por la mañana.

En todos los lugares del mundo moderno hay abandono, la necesidad de ser reconocidos, que no está satisfecha. El arte es una forma de reconocerse a uno mismo, razón por la cual, siempre será moderno.






De niña, me daba mucho miedo cuando en la mesa del comedor mi padre no dejaba de alardear, se jactaba una y otra vez de sus logros. Y cuanto más grande pretendía volver su figura, más insignificantes nos sentíamos sus hijos. Mi fantasía era: lo agarrábamos con mis hermanos, lo poníamos sobre la mesa, lo troceábamos y lo devorábamos...



Para defenderse, se identifica con el pene, trata de tomar la misma arma del agresor. Este es un problema que parte de la infancia y de la falta de una educación razonable y comprensiva. Cuando yo era chica, se hablaba del sexo como de algo peligroso. Es importante mostrar a las chicas.

El falo es un objeto donde proyecto mi ternura. Esta pieza trata de la vulnerabilidad y de la protección. Tengo una familia de cuatro varones, también supe cuidar a mi hermano menor. Y aunque siento que el falo necesita de mi protección, eso no significa que deje de tenerle cierto miedo...

Mis obras son una reconstrucción del pasado. En ellas el pasado se ha vuelto tangible; pero al mismo tiempo están creadas con el fin de olvidar el pasado, para derrotarlo, para revivirlo en la memoria y posibilitar su olvido.



¿qué son
los espirales?
un intento
de controlar
el caos.
esta mujer
gira y gira
desorientada
sin poder
seguir.
así me siento
colgada
esperando
vaya una
a saber
qué.


Le tienen miedo. Se alejan, levantan la mano, 
palma hacia afuera, rechazan el momento de la verdad, 
que te mire a los ojos, el poema.
La conciencia prolongada de la herida 
después del impacto de la bala. 
El amor prolongado después de la muerte de la mirada, 
la dicha amarilla después de la canción del sol.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El cuervo y el zorro

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo. 
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
o poco más o menos:

“Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
junto a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el Fénix
de sus vastos imperios.”
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo. 
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto zorro,
después de haberlo preso,
le dijo : “Señor bobo, pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso".
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.
                     Félix María Samaniego




sábado, 2 de noviembre de 2013

peliculas

 full metal jacket, Kubrick

Plastico Cruel, Jose Sbarra

SEÑALES DE TRANSITO:

Elegimos el ejemplar mas exotico.
nos enamoramos de su libertad
y empezamos a construirle una jaula

Este libro esta buenisimo, aca lo pueden leer.

http://negrowhite.net/uploads/2012/08/zl_plastico_cruel_jose_sbarra.pdf


Fernando Pessoa

Tabaquería

No soy nada.
Nunca seré nada.
No quiero ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
Del cuarto de una de las millones de personas del mundo que nadie conoce
(Y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?)
Miran hacia el misterio de una calle atravesada constantemente por la gente,
Hacia una calle inaccesible para todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, verdadera, desconocidamente verdadera,
Con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres,
Con la muerte que produce humedad en las paredes y cabellos blancos en los seres,
Con el Destino que conduce la carroza del todo por la carretera de la nada.
Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviera a punto de morir,
Y no tuviese otro vínculo con las cosas
Que no fuera una despedida, convirtiendo a esta casa de este lado de la calle
En la hilera de vagones de un tren, con la partida silbada
Desde dentro de mi cabeza
Y una sacudida de mis nervios y huesos que crujen durante la salida.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó.
Hoy estoy dividido entre la lealtad hacia
La Tabaquería del otro lado de la calle, como algo real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como algo real por dentro.

Fracasé en todo.
Como no tuve ningún objetivo, tal vez todo fuera nada.
Del aprendizaje que me dieron,
Me descolgué por la ventana trasera de la casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos,
Pero allá sólo encontré hierbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Dejo la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Seré lo que pienso? ¡Pero pienso en ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan en ser la misma cosa que no puede haber tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se conciben en sus sueños tan genios como yo,
Y la historia no reseñará, ¿quien sabe?, ni siquiera a uno,
De tantas conquistas futuras quedará apenas estiércol.

No, no creo en mí...
¡En todos los manicomios hay locos perdidos llenos de certezas!
Y yo que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cuerdo o menos cuerdo?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
No habrá en este momento genios-para-si-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
–Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas–,
Y quién sabe si realizables,
Nunca verán la luz del sol ni llegarán a oídos de nadie?


El mundo es de quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que Napoleón.
He apretado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo.
He pensado en secreto sobre filosofías que ni siquiera Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que tenía cualidades:
Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pié de una pared sin puerta,
Y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapiado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Que derrame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
Su sol y su lluvia, el viento que encuentra mi cabello,
Y lo demás que venga si es que viene o vendrá, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
Pero despertamos y es opaco,
Nos levantamos y es ajeno,
Salimos de casa y es la tierra entera,
Junto al sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(Come chocolates, pequeña;
¡come chocolates!
Mira que en el mundo no hay más metafísica que los chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que una confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que comes!
Sin embargo yo pienso, y después de retirar el papel de plata, que es de estaño,
lo tiro todo al suelo, como tiré la vida.)

Pero al menos queda la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico destruido hacia lo Imposible.
Al menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos en el gesto amplio con el cual arrojo
La ropa sucia que soy, sin recibo, al transcurrir de las cosas,
Y me quedo en casa sin camisa.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
Ya seas diosa griega, concebida como estatua viva,
O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
O princesa de trovadores, muy gentil y colorida,
O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O algo moderno –no puedo imaginarme qué–
Todo eso, sea lo que fuera que seas, si puede inspirar, ¡que inspire!
Mi corazón es un balde vaciado.
Como invocan espíritus quienes invocan espíritus me invoco
a mí mismo y no encuentro nada.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo eso me pesa como una condena al destierro,
Y todo eso es extranjero, como todo).


Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Le miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca viviste ni estudiaste ni amaste ni creíste
(Porque es posible basar la realidad en todo eso sin hacer nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a la que le cortan la cola
Y sólo es una cola removiéndose, más acá de la lagartija.


Hice de mí lo que no supe.
Y lo que podía hacer de mí no lo hice.
Vestí un dominó equivocado.
Después me conocieron por quién no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, ya no sabía vestir el dominó que no me había quitado.
Tiré la máscara y dormí en el guardarropa
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo.
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.


Esencia musical de mis versos inútiles,
Ojalá pudiera descubrirte como algo hecho por mí,
Y no me quedase siempre frente a la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de existir,
Como si fuera una alfombra en la cual tropieza un borracho,
O una esterilla que no valía nada robada por los gitanos.


El dueño de la Tabaquería se asoma a la puerta y se queda en la puerta.
Lo miro con la incomodidad de una cabeza torcida
Y con la incomodidad de un alma que está malentendiendo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su letrero y yo dejaré versos.
Algún día también morirá el letrero, y los versos también.
Después de ese día morirá la calle donde estuvo el letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta giratorio donde ocurrió todo esto.
En otros satélites de otros sistemas algo similar a la gente
Seguirá haciendo cosas como los versos y viviendo debajo de cosas como los letreros,
Siempre una cosa frente a la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio de los profundo tan verdaderos como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa, o ni una cosa ni otra.


Pero un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
Y la realidad de lo plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo contrario.
Enciendo un cigarrillo mientras pienso en escribirlos
Y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos los pensamientos.
Sigo al humo como si fuera una ruta personal,
Y gozo, en un momento sensible y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es la consecuencia de encontrarse indispuesto.


Después me reclino en la silla
y continúo fumando.
Mientras el Destino me lo conceda, seguiré fumando.


(Si me casara con la hija de mi lavandera
Tal vez sería feliz.)
En vista lo cual, me levanto de la silla. Voy a la ventana.


El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo de los pantalones?)
Ah, lo conozco: es Esteves el que no tiene metafísica.
(El dueño de la Tabaquería se asoma a la puerta.)
Como por un instinto divino Esteves voltea y me ve.
Hace el gesto de un adiós, le grito ¡Adiós Esteves!, y el universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño
de la Tabaquería sonrió.