ñañañ

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domingo, 14 de septiembre de 2014

la posibilidad de siempre estar en movimiento


en el momento en que te miro mis manos llenas de movimientos van haciendo a sus dedos de pajaros. Saltan ellos como dando piquitos con las patas sobre tu cuerpo. De a poco lo suben, lo bajan, todo depende desde donde se lo mire. Lo recorren, se pierden allí como en una ciudad de extraña civilización. Ya no tienen nada que esperar, todo esta construyéndose mientras avanzan o retroceden, envejecen o se infantan o se niñilizan, entran o salen, van o vuelven, se les escapa la voz para afuera o se les mete la musica de ojos vivos para adentro. O las dos cosas a la vez, y hasta tres o mas: como cuando se sube una a un tren que esta en movimiento y va hacia donde y desde tambien al mismo tiempo esta volviendo, y no sabe si lo sabe pero tambien cuando se sube esta bajando de un tren quieto. Lo que si sabe es que una vez encontró (o perdió) unas tijeras magicas. Y eso le hizo pensar en que todo era un posible collage, aun asi antes de empezar a recortar. Se miró y tenia esa población de marquitas de pájaros por la panza. Que no era panza. Era paracaidista justo antes de tirar de la soguita para estacionar despacio. Así vamos, se dijo, en el amor. Así creemos que vamos, pensó, en realidad. Ingenuxs, como queriendo salvarnos. Pero creer en eso es como aventurarse a la derrota. Tomar del vaso del trago invisible. Mentirse descaradamente. Y en esa ausencia de la cara poner a tu mama, a tu hermano, a la maestra, a la luna y a la menstruacion. Cuando una bomba explota todo se parte. No hay como escapar. No es por azar. Ni por mapa. Como algunos, que van con su guia T del amor. O con su JPS y derrepente cuando la voz dice que es una zona peligrosa se ponen ese sello de buen conductor en la frente, aprobado por una agencia perversa, y automaticamente pisan con terror, pero orgullosos, el acelerador, se ponen el cinturon de seguridad, suben las ventanillas, polarizan los vidrios de sus pensamientos para que nadie los vea temblar por dentro, suben el aire, escriben el proximo destino, la maquina con voz de robot los guía, llueve, las ruedas resbalan, en el vidrio rueda un cuerpo, es su propio cuerpo, se han atropellado a si mismos, el seguro de vida les paga la tumba. Y aún asi, por mas programada que uno cree que tiene la vida, la bomba explota igual. Y siempre esta prendida la mecha. La agenda no es un chorro de agua. Ni el reloj. Ni los calendarios.
Entonces se recortó las huellitas del pájaro que le caminaba y se las comió. El ave le saltó por todo su interior. Dibujando esos deditos finos por sus venas.
Tengo que confesar que le robé las tijeras una noche mientras escuchaba en su pecho todos los pasos que los pájaros de mis dedos percucionaban sobre su sangre. Ella tenía los ojos cerrados y mientras miraba vaya una a saber qué mundos me recorté una pluma de mis manos. Y se la regalé. Para que cuando nos despertemos de esta explosión o mientras estemos así, soñándonos tengamos esa siempre posibilidad de volar.

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