ñañañ

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viernes, 9 de agosto de 2013

Un corchazo para papá

Tengo un recuerdo bastante presente de los cinco años, cuando papa me mando solo al jardín por que decía que sino me soportaba caminar ocho cuadras, cruzando la vía, a las seis de la mañana, impecable, nunca iba a ser un hombre de metal, fuerte, que pone el pecho a la bala. Aquella madrugada me di cuenta de todo, y pensar que era tan pendejo mimado. No dudé en actuar, sabía que mi papa iba a estar orgulloso de mi, tal vez me enseñaba a ser como el, y a tener una de esas que, como siempre repetía, le daba todo el servicio de de una puta y me enseñó a no llamarle nunca mujer a una mujer, por que se llaman putas serviciales, igual que las que nos acompañan en el cinturón.
 Me cruce a una compañera, creo que se llamaba jimena, ella vivía a media cuadra del jardín, por eso iba sola, entonces la convencí de ir a comprar caramelos antes de entrar y a la vuelta, en un pasillo casi con la oscuridad que el día se iba comiendo, le baje los pantalones y le enseñé lo que mi papá me enseñó. Le dije este es el primer paso, un lápiz, y mientras se lo metía le repetía lo que mi papa me repetía a mi, "para tu edad usar un lápiz esta bastante bien, pero un héroe seras cuando el mango de tu bastón metas por detrás". La nena grito y le dije que eso no lo podía saber nadie, por que mi papa podía hacerle algo malo a su mama. Cuando llegué a casa, contento, triunfante y bien paradito y presentable, le traje el lápiz a papá y le dije: -ya estoy preparado para tener mi panel de corcho, quiero recordar, como vos dijiste papi, la evolulion? la evovucion? 
-La evolución del héroe, pelotudo.
Y lo clavé con todas mis fuerzas en mi primer gran "combate ganado", con fecha y todo.

Así pasaron los días y los años. Y mi corcho era como esas obras de arte, había lapices de todos tamaños, frasquitos, ramas, utensillos de la escuela, y tantas espectativas y ansias por llegar a ser el héroe con el que mi papa soñaba, que en el corcho puse fotos de personajes de la policía que admiraba y estudiaba.

De mas grande, siempre con la frente en alto, sin dudar, ni pensar dos veces, como aprendí, me metí en la policía, por que allí tendría compañeros buenos que me ayudarían a llegar a la meta tan deseada. Yo ya  era medio-hombre. Papa estaba viejo con su puta en casa, tirado esperando siempre algún servicio de ella. El siempre repitió que el servicio del hijo que una puta te da, si podes deshacerte de el mejor pero sino, convertirlo en toda una maquina que corrija ese estúpido amor que crece en las calles y en las familias, una maquina destructiva, un misil de carcajadas heroínas y exitosas que conviertan el mundo en lo que es en realidad. 
Use mi arma del resentimiento y del odio para avanzar rápidamente sobre el camino, y en menos de un año y medio ya tenia un cargo importante, era el jefe de la policía y mis amigos eran jueces, viejos pero que me mostraron el rumbo, por acá pibe, por acá es. Así te tenes que manejar, nada de culpas, dios ya nos castigo hace rato, pibe. Aparte aca en Trelew es todo mucho mas fácil. Vos haceme caso, no los mires, no te pienses, presta atención, todos esos besos asquerosos que se dan en las calles y esas risas de idiotas quieren destruirnos, nos sacan poder, no entienden que todo es una mierda, no entienden que no hay que manejarse así en el mundo, entonces mejor fuera del juego, entendes pibe? Vos toma, cargate esta y este va a ser tu guía: Me dio un arma y una cachiporra y me dijo "ante la duda, usarlas siempre antes te ayudará". La adrenalina me subió como de un salto a la cabeza, mis primeras putas serviciales, las tenia que estrenar.

Ya me sentía un hombre-nivel-1. Entonces esa tarde salí a la calle con mi tupé de planeta central. Agarre una puta servicial. Me la lleve detenida a la comisaria 2. Le metí una bolsita de merca en la cartera y le hice una causa por portacion de sustancias ilícitas. No esperé al papeleo y entre a la celda, y metí mi primer gol, como diría todo un jugador de primera. Mi bastón no dudó y yo festejaba, y ya me sentía casi en el nivel 2. Sus gritos me empujaban hacia delante, la meta cada vez mas cerca se iba visualizando mas grande. Qué trago que me tomé después de eso. 
 Aprendí que si no asustas a su familia nunca se van a dejar de joder, pidiendo esas "ideas carentes de realidad" con carteles y protestas que mueren con dos o tres balas perdidas. Y mis queridos profesores, dioses, los jueces, si que saben como cubrirme. Ese día me percate que el dicho de papa, en realidad era al revés, era "ponerle la bala en el pecho" y no, ponerle el pecho a la bala. Pero bueno, supongo que era algo así como una sorpresa el dejarme descubrir esto. Aparte antes yo era una marica, ahora puedo decir que soy todo un metal, un tanque, una maquina brillante.

Cuando llegué a mi edad adulta y estaba en el nivel décimo, sabia que en el once se acababa y yo mismo podría enseñar a otros a ser hombre de metal. Mi casa era de un corchazo enorme, con recuerdos insuperables, no me emocione al ver que mi heroísmo ya estaba casi en su nivel mas elevado, pero para consagrar y ganarme el respeto de mi padre y de mi mundo salí y vi a unos chicos que iban festejando por la calle, nose qué mierda podían festejar con este mundo de mierda, pero decidí borrarles la felicidad en un segundo. Detuve a uno y su puta servicial, novia presente del pibe, nos persiguió hasta la comisaria con su amigo, así que también los deje en espera cerca, para que escuchen como su noviecito se convertía en un hombre de metal. Mi poder se fue hasta mi bastón, enorme, lo escupí unas tres o cuatro veces, le saque la ropa al doceañero, sus calzoncillos los tire con ímpetu y ansiedad. Ya llegaba, ya llegaba, casi rompía la cinta y me consagraba campeón, y le metí mi bastón repetidas veces, hasta que después de varios minutos largos, se desmayo y seguí para que no se olvide, para que el ardor del fuego del mundo lo queme y también sea servicial como yo. Como mi padre. 

Después de eso, mi corona resplandecía y mas aun cuando comprendí que los corchazos iban dentro de la gente, y no colgados en la pared. Entonces los repartí por doquier, a todos los que pretendían ser testigos de su amor estúpido a un pibito tan miserable que no valía ni dos pesos.

La lección ultima concluyo en la teoría del pibe billete.
Se trataba de una tarea muy fácil, que era identificar el billete en los pibes. A ellos también les podría enseñar a ser un hombre de metal, pero el billete en sí, te da mas hombría, entonces no necesitaban tanto palo en el orto, pero no venia mal uno de vez en cuando. Acá lo que importa son los pobres. Esos no saben nada.

Y así llegue a mi casa, cruzando la vía, a las seis de la mañana, impecable, y sentí que había vuelto del jardín, pero hecho un hombre de metal, ya era alto y fuerte y le regalé a mi papá 
un corchazo.

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