ñañañ

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martes, 26 de abril de 2016

Me paró bajo la lluvia, creo que éramos los únicos en el mundo, me dice: ¿el 78 para aca? A mi que nunca me acuerdo ni una parada de bondi. Le dije que no estaba segura. Me dijo voy para la rana. Tenía el pelo peinado para el costado, muy prolijamente. Sonrió canchereando con su campera negra. Le dije que no me acordaba bien cómo llegar. Nos quedamos mirando la lluvia un poco. Me preguntó cuantos años, el tenía trece a las doce de la noche yendo a la rana. Me dijo algo de la lluvia, quién sabe. Su pelo negro brillaba. Sus ojos eran como la profunda Amazonia. Me pasan cosas que el resto acribillaria. Me sentí de una manera que la gente prenderia fuego. La gente rati. En este lugar hecho de odio yo decidí amar todo lo incorrecto y compartir unos minutos con un chico de trece años que va a la villa, tal vez a pegar algo para olvidarse un rato de que no hay salida, de que es mejor querernos sin más, si nos queremos, si somos libres en ello, si allí somos libres. ¿acaso otra belleza me importaria mas? Acaso es tan imprescindible vivir para agradarles a ustedes, culpables de la muerte de un Jesús que lxs castiga exigiendoles el respeto necesario para obtener el perdón divino y la eterna vida aun autonombrandose atexs? Como si no supiera que voy directo al infierno, junto con todos quienes nos hicieron mal. No me siento condecorado por haber sobrevivido a toda esta hostilidad. Se que en el fondo no somos más que gusanos, que ese es nuestro devenir queramoslo o no. No hay perfume que arregle la podredumbre hipnotizante de los huesos. Lo menos que tuve que hacer, lo hice, fui libre, por que nunca dejé que no sea libre las personas que amo, desinteresadamente, obsesivamente, catastróficamente y como estas, inesperadamente.

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