ñañañ

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viernes, 1 de abril de 2016

Sueña el ave en movimiento

No es común con las altas nubes cabalgando en los cielos que le preste más atención a algo que hay en mi interior. Los pájaros pronuncian su llegada. Los hay quienes nunca llegan por que siempre están yéndose. Una no sabe de qué lado están sus alas, si aquí o allá. Hay quienes nunca descienden a la tierra, duermen en el aire. Volando duermen. Como el vencejo. Tal vez tengan sueños hechos de nubes densas. Gigantes nubarrones que hoy veo y si las pincho el pájaro canta, ha despertado. Hay algo en su voz, algo construido en el aire que apenas basta con rozarme para que mi corazón satánico comience a murmurar. Mi caótico pecho se entreabre a la aventura. No estoy más en mi rol de víctima donde lo que establecieron sobre mí como imbéciles atentados en contra de la atención sobre un pájaro se me es negado por cumplir con esta condena que me han otorgado. Despliego el mundo, lo sacudo como una sábana en la ventana de mis ojos. De alguna otra cosa formará parte el polvo. Sabrá unirse a algún átomo vagabundo que se desprende de seres desconocidos por nuestros cuerpos. Lo que no tenemos al alcance de nuestras posibilidades puede resultar maravilloso. Es así como comencé a interesarme por ese mundo microscópico. Tuve que descubrir de nuevo otra forma de mirar. Volver mis entorpecidos ojos como corneas de cucaracha. Cuando se comienza una investigación -me decía la señora cuchillo- tenes que aprender todo de nuevo. Naces y si tus ojos tienen la función de ver, nadie te enseña a hacerlo, simplemente miras. Como cuando percibís los sonidos. Simplemente están ahí. Pero hay algo muy importante y que debes recordar -me dijo- Todo lo percibible -y lo que aún no ha sido descubierto- es con un fin comunicador. La mayoría de la gente lo olvida, por que en realidad nos enseñan más la distracción espiritual y la atracción consumista que a pensar en las cosas que nos comunican todos los mundos que percibimos.
Les puedo asegurar que pude comprobar lo que me dijo en las grandes ciudades habitadas. Y en los pueblos casi abandonados.
Cerca de ríos, de montañas y mares. Viajé por los exteriores de los límites invisibles del país. Solo vi gente desmemoriada. Que transmitía la importancia de triunfar económicamente o por cuestiones de reconocimiento. Daban todo por ello. Tuve la oportunidad de conocer a uno de estos seres. Marcos. Cuánto lo quise, de todas maneras. Lo conocí en unas clases de histología. Células dentro de tejidos que proporcionan el crecimiento de una planta. Tejidos protectores externos sin los que la planta no podría hacer ninguna fotosíntesis, ni desarrollarse, ni pensar en florecer. Las hojas tienen capas impermeables para no perder el agua. Las caras interiores modificaron su piel para la transpiración. Marcos miraba por el mismo microscopio que miraba yo. Yo tenía el plan de convertir mi ojo en una partícula tan pequeña como la de esas células con las que soñaba y que también formaban parte de mi cuerpo. Marcos miraba todos los días si por fin alguien lo había invitado a una entrevista en algún programa de televisión. Su fin era demostrarle a la gente que conocía y a sus amigos que el no era un fracasado. Esa frustración constante que tenemos instalada. Ese mecanismo de pensar en querer ser alguien importante nos daña demasiado. La señora cuchillo decía que había que afilarse. Que hay que escribir, estudiar y moverse con los dientes puntiagudos. Una vez pensé en eso y mordí a Marcos en el hombro. El se desconcertó por un momento. Esa tarde sonó su teléfono y nunca más nos volvimos a ver. Le ofrecieron un puesto en un canal de aire. Sus tareas eran de investigación. Tenía que escribir artículos sobre como las células humanas estaban hechas para obedecer. En resumen. Claro que quien miraba su programa no percibía esto, sino que simplemente lo tragaba sin más. Una tarde dijeron algo de que el adn era estático. No mutable. Según estas teorías estábamos condenados a una supuesta herencia por el resto de nuestra existencia. Marcos no era millonario pero logró su meta, había quienes querían una foto con el. En muy poco tiempo se volvió la base del imbecilismo. Convencía a casi todo el país de que tenían que estar orgullosos de sus moléculas obedientes. Esta teoría, base de su reconocimiento, ya la desobedecían en antiguas culturas. En sagradas ceremonias de yagé. Es químicamente imposible el estado de permanencia de lo que conforma nuestro ADN. No existe una esencia. Y esto nos aterra. Nos saca el suelo. Nos desconocemos en esos campos. Desmoronamiento. Si todo es mutable entonces dejarían de existir ciertas conductas de las estamos enorgullecidos que nos representen. No tendríamos de qué hablar. Pero Marcos y quienes le siguen están convencidos en su plan maligno y lo único a lo que nos dispone es a ser fieles servidores de los reyes que manejan los hilos por donde vamos a canalizar nuestras experiencias en la tierra.

Que yo hoy, primero de abril, esté mirando esas nubes densas que habitan por encima de nuestras cabezas, permitiendoles que se metan en mis células y que también llueva con ellas dentro de éste cuerpo, es un estigma social y político. Que el pájaro cante y que nos interesemos, que lo tengamos en cuenta como posible musicalidad y lo grabemos para reproducirlo en un parlante a alto volumen produciría una ruptura en el orden establecido de nuestras células. No he conseguido volver a la vieja conducta del ojo. Entrené estos dos globos y ahora no puedo sino mirar el punto en el que las cosas giran hacia otro lado. Que el pájaro permanezca en el aire dormido no quiere decir que deje de volar. Que el pájaro vuele no quiere decir que no lo pueda hacer mientras duerme. El devenir de sus patas débiles fue lo que también incrementó la fuerza de sus plumas. El fin era estar en movimiento. No importa que Marcos lo niegue. Pero desacelera un proceso magnífico del que no podemos si quiera darnos cuenta que está sucediendo. 
El caos en nuestro corazón es una puerta que nos da una aventura. Algo pronuncia mi partida. Suena la hora marcada. El trueno inyecta su luz parpadeante en mis pies. Piso fuerte. El sonido es más lento que mis latidos. Todo llega en otro momento. El mundo es viejo. Lo que vemos ya no está.

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